sábado, 2 de julio de 2011

y bueh

Tanto tiempo, cuánto hace que no nos vemos. Eso diríamos cuando nos reencontramos con una de esas personas que no vemos hace mucho y con quien compartimos algún momento sentido o, al menos, sencillamente, un momento.
Momentos son los que se viven intensamente. La vida corre segundo a segundo llegando a su fin y, quizás, empezando algo nuevo. La vida es la duda, es la incertidumbre y esa es nuestra única certeza. La certeza de saber que la vida es incierta, rara, viva... Porque la vivimos segundo a segundo... La vida que se vive a cada instante, cada tanto nos regala un Momento. Momento que se marca en nuestra conciencia (que es, conciencia, claro, e inconciencia al mismo tiempo), queda sellado en nuestra piel volátil, queda en nuestro bagaje, la valija que nos acompaña siempre.
Qué valija! La valija que puede ser sin tamaño, o de todos los tamaños. Grande, chica, mediana, corta, infinita.... Finita, fugaz, instantánea, eterna. Hablar de estas cosas me remite, indefectiblemente, a ese existencialismo pueril, ese que forma a uno, que lo marca, que le da densidad en su condición de ser.
Seremos o no seremos nada. Seremos destruidos. Seremos espacio en la historia, en el tiempo. Nuestros segundos son nuestros y así, siempre volvemos a un Momento, vivido, ágil, fugaz que nuevamente nos marca y nos sella.
Hay tantos gustos y tantos disgustos. Tan diversa es la vida que ya no sé en dónde hay lugar para el ser. El lugar del sin-lugar. Lugar abstracto, que no busca espacio físico, ni temporal, dimensional... Busca ser, como el Momento, como la vida.
Querer nos agarra a tierra. Amar. Sentir. El afecto. Las emociones. Son espíritu del Momento. Son el insuflo que da vida al globo.
Noticias, declaraciones, toda la información. Redes sociales, 24 horas de noticias, internet, comunicación. Estímulos, reflejos, signos de exclamación e interrogación. Es la plaga, es el manto que nos cubre, poco a poco, en cada segundo de nuestro ser. La información, las imágenes, el pensamiento. Nos invaden el pensamiento. ¡Cómo un brasileño naturalizado boliviano va a arruinarnos un Momento argentino! ¡Claro que sí! Son latinoamericanos, son Patria Grande, son vida de nuestra vida y momento de nuestro momento. Son nosotros y somos ellos. Somos todos lo mismo, el mismo calor, la misma empatía. Tabarez, Tabaré Vázquez, Mujica, Gonzalez, Maradona, Achucarro, Urribarri, Lugano. Perla.
Ánimos que dan movimiento con los vientos de cada tierra. Los mismos vientos que nos soplan con su brisa en cada rincón. Qué lindo es el portugués! Qué lindo nuestro español!



jueves, 4 de junio de 2009

De Habladores y Hablados

Este día empieza a crecer, voy a ver si puedo correr...

lunes, 11 de mayo de 2009

El día que me muera no sé qué va a pasar.
Quizás los que me quieran sonreirán.
Mi cuerpo irá a la tierra...
Espero que mi alma vuelva al mar,
todos somos el mar, el mar de algún lugar.
No creo que haya un cielo, un cielo espiritual.
No creo en ese infierno de maldad...
Lo único que es cierto es que todos los ríos van al mar,
todos somos el mar, el mar de algún lugar.

martes, 28 de abril de 2009

sábado, 25 de abril de 2009

Dijo la Espera a la Injusticia

Ya sé el por qué de tu cobardía... Somos vos, yo, lo del medio. Es la vulnerabilidad, son las ganas en medio de la prohibición que te imponen tus propias reglas.
Ya sé que vas a seguir viniendo por acá y vas a seguir alimentando eso mismo que ahora intentás reprimir. No te va a resultar saludable. Ninguna represión lo es.
Ya sé qué pensás, cómo lo ves, aunque creas que es algo imposible por la falta conocimiento mutuo. A veces no hacen falta vidas enteras para conocer... A veces la percepción hace el trabajo mucho más sutil de lo que puede hacerse por otros medios.
Ahora lo que no sé.
No sé por qué rehusás así a través de una actitud tan injusta. No hablemos de derechos; ¿pero acaso no me gané -y nos ganamos, digo, pero quizás no te guste que hable en plural- la posibilidad de volverte a encontrar?
No sé por qué me toca comerme más impotencia después de haberme devorado el tiempo en el que no te tuve al alcance. Ahora que te tengo cerca, más tengo que lamentarme por no poder acercarme.
No sé por qué pensamos las cosas tan díficiles cuando todo antes fue sensato, tranquilo y normal. Bonito, para recordar.
Vuelvo.
Ya sé que tarde o temprano, cuando me sigas visitando, vas a necesitar hablar... Quizás no de esto, quizás de alguna canción o alguna fantasía.
Ya sé que sabés que voy a seguir esperando.

miércoles, 22 de abril de 2009

nuestro barro es del arrabal

Me encontré con una Av. Pueyrredón mano y contramano, con un barrio de la Boca repleto de obras de mantenimiento urbano; con cartoneros, guardacoches y otros personajes cosmopolitas vestidos con ropajes azul oscuro artificiales con bandas fluorescentes a modo de señalizaciones de tránsito y, quizás, con cierta intención derechista de darles algún tipo de carácter formal en su desempeño del día a día. Me encontré con más rejas -de hecho, me gustaría expresar el dolor que me causó ver la festiva plaza Malabia convertida en un pozo de construcción vallado con una membrana amarilla-, más decoraciones callejeras, menos linyeras, menos espacios abiertos, más festivales culturales muy bien organizados armados para la entretención y dispersión de la clase media-pequeñoburguesa-culiosucio que habita esta preciosa ciudad. Pero de todo esto, con lo que más me encontré fue con esos cartelitos renacuájicos color amarillo fuerte que impregnan la ciudad con la imagen de un monigote obrero trabajando con su pala y el repulsivo slogan "Haciendo Buenos Aires". Haciendo Buenos Aires... Mmm, esto me deja pensando y repensando tantas cosas... Pienso en dichos y desdichos, como cuando -"los pájaros", diría un gran cantautor rock nacional- hablan y deshablan. Las contradicciones que se suscitan en este momento por parte de estas políticas porteñas neoeuropeizantes son tan cínicas que mantienen acaramelados a los sectores medios y altos de la ciudad que tragan este engaño, como ya se han tragado tantos otros... Pero el problema pasa porque estas mentiras disfrazadas enmascaran un plan gubernamental quizás más peligroso que cualquier otro que se haya instalado en Buenos Aires desde hace muchos años. Una vez me contaron que, hace como 15 años, Berlusconi en una reunión con Franco Macri le dio una receta infalible: "Si querés que tu hijo sea presidente del país, que primero sea presidente del mejor equipo de fútbol". No es que sea bostero, pero me parece que este ejemplo es muy gráfico.
Acá las tendencias "copistas" de leyes y prácticas europeas, propias de las ciudades vanguardistas del Viejo Continente -como arropar a los cartoneros, llenarnos de festivales snobs, gastar miles de miles en publicidades supergigantes, poner lindos faroles, lindos tachos, hablar política en términos publicitarios, enmascarar devaluaciones presupuestarias y arreglos económicas con empresas amigas y familiares con políticas de reordenamiento de tráfico, etc, etc- es una mentira que busca llamar la atención a partir del aspecto único e inigualable del carácter propio de esta ciudad. Digo, ¿acaso vender entre 3 y 5 dólares cada uno de los adoquines que caracterizan las calles porteñas -lo cual, aparte, deja una ganancia ilegítima igual o quizás más grande que el presupuesto destinado a muchas áreas de la ciudad- es una práctica europeizante? La política figurada en la imagen macrista es, a todas luces, una política de desigualdad social, de mano dura y fragancia importada para la triste clase media local.
Hay nuevos festivales de cine, de jazz, de tango, de danza pero hay menos presupuesto para las escuelas, para los hospitales y crecen los cierres a centros culturales y espacios de expresión barrial, vecinal. Hay cartoneros con uniforme, pero siguen viviendo en la miseria sin posibilidades de mejorar su calidad de vida. Hay más arreglo de baches en las calles pero se deshabitan día a día con la jugada política que hacen con la inseguridad, dando luz verde a los chorros que son socios de la misma policía federal.
Esto no es un proyecto europeizador, esto es el vaticinio de la ofensiva gubernamental a nivel nacional de la derecha empresarial y reaccionaria "que se une y crece". Y mientras tanto no surge una opción que, significativamente, pueda hacer frente a todo esto.
Mientras tanto sigo pensando en mi ciudad, en su formas y en cómo me la están cambiando, cómo me la están robando... Nuestro barro, es cierto, no es autóctono, es del arrabal europeo mezclado con el agua dulce ríoplatense, pero es nuestro y habría que pensarlo como tal... Y actuar.

martes, 14 de abril de 2009

cuerdas, membranas y aceros

Pienso que ya estas gotas no sirven de nada. O no, más bien me vuelvo cada vez más dependiente. ¿Es que acaso su caída tras el vidrio me encandila y no me deja entender?
Pensé en abrirte, en desmenuzar cada pedazo de tu figura y desaparecerte de mi cabeza, desgarrando, quizás, alguna parte de mí. No pude, obvio; todavía no me salen esas cosas... Todavía me quedan tantísimas, infinitas cosas por aprender, como esta música que suena tras cuerdas, membranas y aceros.
Viajando en bicicleta por la ciudad, con miedo a ser atropellado por algún colectivo de línea, pensé en mis conejos: Nube y Rayo Negro. Te ví reproducida como un conejo; en cien caras, en cien cabellos, en cien perfiles; entonces me dí cuenta de que tengo un problema. ¡Vos! Y lo peor de todo es que no sé quién sos... Quizás te enmascare en falsas esperanzas de verdad, quizás seas alguna de esas máscaras, quizás aún no hayas aparecido. La cuestión es que aún no sé quién sos, presente en todo, acompañante de mi universo chiquito. Se me escapan las ideas y te veo reflejada en tantas caras distintas que ya no sé ni qué es lo que estoy buscando. Y la ansiedad... ¡Ay de esta perra ansiedad que sabe hacerse sentir! Ya la enterraré bien profundo... Aunque eso no me seriviría de nada... Siempre estaría vulnerable a que vuelva a escapar. He de hacer uso del arte humano del ostracismo, el destierro, la fragmentación. Qué feo suena, pero en fin, así con lo malo, así con lo bueno. Todo bien categórico, como podrás ver. Ese es mi occidentalismo, el de todos los occidentales, bah. ¿Existe algo que no lo piense categóricamente? ¿Existe algo que no encasille en algún locker de mi conciencia? ¿Vos, el amor, los gustos, las apariencias, los sentimientos, los olores, las desgracias, las virtudes no son acaso enmarcadas en distintos cubículos de categorías de pensamiento? ¿Todo podría solucionarse yéndome a otro lugar, totalmente apartado de estos valores nativos, arraigados a esta tierra, y aprendiendo la cultura de una tradición por completo distinta a la que me tocó aprender? ¿Podría acaso desnaturalizarme de esta existencia, de vos, del amor, de los gustos, las apriencias, los sentimientos, los olores, mis desgracias, mis virtudes o, simplemente, tendría que volver a nacer para entender en esencia la conciencia sin categorías, el pensamiento de otra mente distinta?
En fin, me doy cuenta de que ya ni creo en eso... Digo, en eso de cambiar mi mente para dejar la categorización, el prejuicio de lado... Para dejarte a vos, problema del presente, de lado. No, entiendo que esa no es la solución. La respuesta no está en el afuera... Siendo un bicho porteño latinosudamericano occidental cibernético, un amansado hindú vegetariano antidrogas o un hermitaño karateka cascarrabias a lo Pai Mei, jamás podría esquivar este dilema que habita adentro mío. No pasa exteriormente la fundamentación de ello; no es producto de las circunstancias, es producto de un predestinado mensaje que aguarda dentro de mi a ser atendido como un llamado en espera que aturde los oídos de alguna secretaria harta de la rutina del microcentro. Y tampoco sé de qué me sirve esto... Ya me estoy empezando a dar gracia por tanta duda en medio de una mediocre respuesta. Ya me calma la ansiedad, me desaparecen tus ojos multicolores de la cabeza. Ya puedo dormir tranquilo, una siesta, nada más.